Si llevas algún tiempo en una relación, probablemente te habrás dado cuenta de que hay ciertas cosas que nunca parecen funcionar. Puede que uno de los miembros de la pareja sea más emocional que el otro, o puede que una persona esté más nerviosa a la hora de empezar una nueva relación. Sea cual sea el caso, parece que cuando se trata de relaciones, no conseguimos que salgan bien. Pero, ¿y si hubiera una fuerza aún más poderosa en juego? ¿Y si hubiera algo más en juego aparte de nuestra culpa y nuestra falta de habilidad? ¿Y si se pudiera hacer algo al respecto? Por ejemplo, quizá no deberíamos esforzarnos tanto por conseguir que nuestras parejas nos confíen su corazón. O tal vez deberíamos dedicar menos tiempo a intentar controlar a nuestra pareja y más a conectar con ella como persona. También podría intentar con efectivos amarres de amor.
Una relación amorosa está condenada al fracaso
Ésta es difícil. Aunque pensemos que somos nosotros quienes controlamos nuestros sentimientos, según los estudios, la mayoría de nosotros dejamos que nuestra pareja nos controle al no responsabilizarnos nosotros mismos de nuestros sentimientos. Un estudio reveló que el 91% de nosotros tenemos una montaña rusa con nuestras parejas, en la que en un momento estamos en el lado eternamente optimista y al siguiente estamos totalmente deprimidos. Cuando no somos dueños de nuestros sentimientos y tratamos de controlarlos, en realidad estamos reproduciendo los mismos patrones que nos metieron en problemas en primer lugar: sentir lástima de nosotros mismos, poner la responsabilidad en nuestras parejas para que nos arreglen y presionarles para que tengan relaciones sexuales con frecuencia.
No caigas en la excusa del ataque de pánico
Todos sabemos que nos ponen ansiosos cosas como los exámenes, las entrevistas de trabajo, etc. Sin embargo, a la mayoría de nosotros nos cuesta reconocer que estamos ansiosos por algunas cosas. Aunque es comprensible que queramos «acabar de una vez» y «dejar de tener tanto miedo», en realidad deberíamos ser capaces de controlar nuestra ansiedad. Cuando no podemos controlar nuestras emociones, en realidad estamos reproduciendo los mismos patrones que nos metieron en problemas en primer lugar: sentir lástima por nosotros mismos, poner la responsabilidad en nuestras parejas para que nos arreglen y presionarlas para tener relaciones sexuales con frecuencia.